lunes, 20 de diciembre de 2010

¿Solo vale la victória?



Voy a referirme a un fragmento que he encontrado en la lectura del libro de P.J.Arnold "Educación física, curriculum y movimiento" y creo que es muy interesante a la hora de aplicarlo cualquier entrenador o monitor de cualquier equipo de formación o en nuestro caso, profesor:

¿Cuál es el objetivo en cada partido que cualquier equipo (bien de fútbol, baloncesto, etc.) debería tener? ¿Solo vale la victoria?

Me gustaría introducir textualmente una cita de Weiss (1969) que hace en el libro de P.J.Arnold "Educación física, curriculum y movimiento":


Incluso los derrotados obtienen ganancia de un juego. Se benefician del simple hecho de haber intervenido en una competición, de que han desarrollado grandes destrezas, de que han hecho posible o deseable su exhibición; de que se han ejercitado hasta el límite y han logrado que existiera un juego.

Para mayor explicación del fragmento anterior, adjunto el siguiente texto extraído del mismo libro:



Lo que con seguridad y por encima de todo pretende lograr el entrenador o monitor no es una forma pervertida y degenerada de competitividad, interesada por demostrar la superioridad y por ganar a cualquier precio, sino conseguir que sea un "buen juego", de modo que todos los jugadores puedan beneficiarse y disfrutar.



Aquí el interés no se centra en el resultado final -ganar o perder- sino más bien en lo que sucede y en el modo en que se desarrolla. El empleo inteligente de destrezas dominadas, la táctica bien ejecutada, el uso perceptivo de la estrategia, la mezcla disciplinada del esfuerzo del equipo no son sino algunas de las facetas de lo que constituye el contenido de un buen juego. A la hora de observar el modo en que se desarrolla, un buen entrenador se interesará por lograr que los chicos entiendan y se sometan gustosos a las reglas, se acomoden a su espíritu, adquieran cualidades admiradas como el coraje y la determinación, así como también que se comporten de una manera amistosa y deportiva. Tratar de ganar forma parte de lo que es un buen juego, pero el resultado de ganar o perder siempre está subordinado a los valores inherentes a actuar bien.



Cuando se juega bien un partido, dentro del espíritu adecuado y mientras los participantes aprenden y obtienen placer de ello, no la victoria ni la derrota asumen una importancia indebida. (...) En lugar de ver la victoria como la clave de la participación en los juegos con todos lo matices negativos que a menudo induce, es posible considerarlos como actividades humanas, como formas en miniatura de la vida, que proporcionan un marco dentro del cual pueden desarrollarse y ejercerse las capacidades físicas, promoverse las cualidades del carácter y estimularse formas amistosas de conducta.

Un juego competitivo, como reconoce Dearden (1976), puede seguir siendo bueno incluso si uno pierde. Su valor radia en lo que ocurre en el proceso de jugas más que el resultado. Parece claro que el modo en que se ve y enfoca un juego o deporte, puede estar influido por quienes lo enseñan (Meakin, 1952).



Después de escribir este fragmento y al mismo modo reflexionar, me he dado cuenta de que del mismo modo que podría ser aplicado a todo entrenador o profesor, sería interesante concienciarlo a muchos padres y madres de niños y niñas que "compiten" en dichos deportes o juegos.